jueves, 11 de febrero de 2010

Son las 11:00 es la hora del recreo mis amigos y yo salimos al recreo como todos los dias excepto Adrián que se retrasa un poco porque está comprandose su desayuno.Adrián es un chico de 16 años y tiene sobrepeso , y aunque nosotros intentamos ayudarles en todo el parece que pasa del tema ya que el cree que como está , está muy bien.
Un dia en el recreo nos tocaba a nosotros jugar al fútbol y como no Adrián también jugará con nosotros.
En un lance del partido Adrián iva corriendo detrás de la pelota pero con su peso y su poca velocidad no llegó a una pelota que en teoria era fácil.
Los demás niños que estaban viendo el partido empezaron a reirse al ver que Adrián no llegó a esa pelota y Adrián reaccionó de manera violenta contra ellos pegandole puñetazos y dandole patadas.
Adrián y los otros niños como ere evidente resultaron expulsados.
Cuando Adrián volvió de su expulsión los demás niños empezaron a insultarlo para ver como reaccionaba este después de lo acontecido en aquel partidillo.
Adrián tuvo que soportar durante muchas semanas las burlas y los insultos de otros niños que no paraban de reirse de el.
Un día Adrián no pudo aguantar más y decidió marcharse del colegio y no volver más.Yo y mis amigos intentamos animarlo para que volviera al colegio y que fuera uno más pero este no cambiaba su actitud y se negaba a volver al colegio.
A los dos meses de su abandono del colegio todos los maestros decidieron ir a casa de Adrián para intenatar convencerlo de que volviera y le dijeron que ya no recibiria más insultos ni se reirian más de el.
Los niños que lo insultaban le pidieron disculpas y tras bastante tiempo convenciendolo Adrián decidió regresar al colegio , ser uno más y también optó por ir al médico para que este le recetara un tratamiento para perder peso , lo que hizo que alegrara a su familia y sobre todo a sus amigos.

FIN
Eva era una chica de 18 años que estaba estudiando segundo de bachillerato y le iva todo muy bien en en el instituto.
A ella le encantaba la moda y los nuevos modelos de ropa que salian cada tiempo.
Uno de sus sueños era ser modelo pero los estudios y su forma física ( aunque ella no estaba gorda ni mucho menos ) se lo impedian.Un día ella se propuso la idea de llegar a ser modelo y se lo propuso a sus padres y ante esta noticia ellos le dijeron rotundamente que no.Ella se puso muy triste y pensó en intentar hacerse modelo por su propia cuenta sin que sus padres se enterasen.
A la semana ella fué para ver si la aceptaban como modelo pero le dijeron que tenia que perder bastante peso si queria conseguir su objetivo.Ante esto ella decidío ponerse a dieta y lo que ella comia a diario fue reduciendose a una comida con mucho menos alimento y muchisima menos cantidad.Sus padres lo notaron muy rápido y sabian que ella tenia algo entre manos así que decidieron preguntarle que por que comia menos , y ella le dijo que seguia comiendo como siempre.El rendimiento de sus estudios ivan siendo menores porque ella solo tenia en la cabeza llegar a ser modelo.
A los dos meses ella habia perdido unos 22 kilos y fué aver si esta vez la aceptaban pero le dijeron que ya tenian candidatas suficientes y que además no tenia las medidas suficientes para ser modelo.Ella cuando se miraba en el espejo se seguia viendo gorda aunque presentaba un aspecto físico muy delgado hasta que una día se desmayó y tuvo que ser ingresada en el hospital.
Sus padres y amigos estaban muy preocupados porque las noticias de los médicos no eran muy esperanzadoras.
Al mes de estar ingresada los médicos le dieron el alta y le comunicaron que estaba muy lejos de su peso normal y que si no se alimentaba en condiciones podia ponerse muy enferma.
Ella aprendió la lección y siguió adelante con sus estudios , algo que llenó de alegria a sus padres , familiares y amigos.

FIN.

martes, 9 de febrero de 2010

Relatos cortos

Saludos compañeros y compañeras. Aquí os dejo dos pequeños relatos inventados acerca de los temas de la anorexia y la obesidad, dos temas de gran actualidad. Espero que os gusten.

"Mi amigo el gordito"

Son las 8 de la mañana. Me levanto perezosamente para comenzar otro desdichado día. Me tomo el desayuno, sin dejar de pensar que me hará engordar aún más, a pesar de que mi madre me diga que todo lo que tome en el desayuno lo quemaré durante la mañana. Y por si quemo más de la cuenta, mi madre mete en mi mochila un pastel para el almuerzo.

Me acerco al colegio... siento miedo, porque no quiero que este sea otro dia rutinario en el que siempre pasa algo por lo que mis amigos (o no tan amigos) se ríen de mí. Me pongo en la fila y empiezo a hablar con los compañeros. Todo, aparentemente, va bien. Pronto entramos en clase, donde todos atendemos al profesor y hacemos actividades en las que seguramente, nos pedirá en cualquier momento que salgamos a la pizarra. Yo no quiero. Hago todo lo posible por evadir la mirada del profesor y así evitar que me pueda llamar a la pizarra. Pero mis esfuerzos son inútiles, tarde o temprano se percatará de mi presencia y tendré que salir a la pizarra o, mejor dicho, entrar en un terreno peligroso...

Una vez allí, no sé qué hacer. Sólo hago pensar que no estoy tan gordo... que soy como los demás... que hoy no haré nada para que se rían de mí. Pero absorto en mis pensamientos, me juegan una mala pasada y mientras estoy en mi mundo, el maestro me ha pedido por tercera vez que escriba una cuenta en la pizarra, y yo no le estaba echando cuenta. Obviamente, soy objeto de las risas de mis compañeros. Pero aunque sepa que la razón no es mi físico, algo en mi cabeza sigue pensando que lo es.

Llega el recreo. Veo a mis amigos correr, jugar al fútbol, esconderse, corretear detras de las niñas, y yo comienzo a comerme el pastel que con tanto cariño mi madre dejó en mi maleta. Puede que sea por el cariño con que mi madre me lo ha puesto, o porque realmente, el pastel está delicioso. Bocado a bocado, el pastel va desapareciendo. Pero algo raro pasa... yo ya no tengo nada que echarme a la boca mientras mis amigos no han llegado apenas a la mitad de su almuerzo. "Rafa, ¿ya te has comido el almuerzo?" - "No... es que hoy mi madre no me ha puesto nada." Cualquier cosa para evitar sus risas...

Y llega el momento cumbre de mi sufrido día: la clase de gimnasia. Hago todo lo posible por igualarme a la media de mis compañeros, seguirles el ritmo a los mediocres, porque a los rápidos ni lo pienso. Pero aún haciendo todo lo que tengo en mis manos... no puedo seguirles el ritmo más de 20 segundos. Mi mundo se viene abajo cada vez que mis amigos me adelantan una vuelta y me dicen jocosamente "¡Vamos gordi! ¡Que ya queda menos!" Es como un puñal que se clava en mí. Pero nada puedo hacer yo.

Llego a mi casa, agotado tanto física como mentalmente. Mi madre me besa y nos sentamos la familia a la mesa para comer. Todo se me olvida cuando empiezo a tragar y hablar con mi familia, que me apoya en todo momento. Pero no puede apoyarme en mis problemas del colegio, simplemente porque yo no se los cuento. Aunque sé que debería contárselos, es tal la vergüenza que paso que soy capaz de guardarme mi sufrimiento sólo para mí. Ahora sólo queda esperar el día en que crezca y, aunque mi físico siga siendo el de un gordo, que mi mente sea capaz de aguantar el día a día de una sociedad perfeccionista, donde las personas que se salen de los cánones establecidos son mal vistas por ellos, los que visten igual, los que piensan igual...


Y esta es la historia que me he inventado sobre la marcha, escrita en primera persona por si alguien que no sea Miguel lo lee, se sensibilice un poco...


"Mi amiga es anoréxica"

Mi amiga Celia... mi amiga Celia era una persona feliz. Jugaba con nosotros en el patio del colegio... nos reíamos con ella... íbamos de excursión juntos... éramos un todo, y ella formaba parte de ese todo.

Celia se hizo mayor, al igual que todos nosotros, pero ella a su manera, y su manera fue la de romper con los cánones de belleza establecidos por la sociedad. Celia engordaba por momentos. Tenía 12 años, todavía era una mujer débil que se dejaba llevar por los demás, y los demás sólo hacían increparle y recordarle día a día su físico. Con 13 años, Celia llegó a tener un problema de salud. Si seguía ese ritmo, su esperanza de vida se acortaría por momentos. Pero Celia le plantó cara al asunto y empezó a adelgazar. Y adelgazó. Pero las tornas se cambiaron radicalmente. Cuando Celia llegó a las 14 años, Celia tenía claros síntomas de anorexia. Yo no quise dejar de lado el tema y hablé con ella. Su experiencia me resultaba aterradora y me sentía impotente al saber que poco podía hacer. Ya no era un problema de salud física, sino mental. Ella se veía gorda. Siempre, cada vez que se miraba al espejo o a cualquier objeto que reflejara su demacrado cuerpo, se echaba a llorar. ¿Cómo ha podido pasar esto? Sólo hacía preguntarme eso... la mente humana es un caos del que a veces somos presos, y Celia ahora mismo estaba presa.

Las enfermedades mentales son más dañinas para una persona que una enfermedad física, y Celia ahora mismo estaba sufriendo las consecuencias. ¿Y qué podíamos hacer nosotros? Estar con ella... no dejar que se ensimismara en su mundo. Hablarle, contar con ella, hacerla protagonista. Hacerla sentir que está viva y que hay gente que la quiere. Así es como se debe tratar a un enfermo mental. Es difícil y duro, porque un enfermo mental es alguien muy especial que requiere mucha paciencia.

No fue una tarea fácil, ya que Celia tuvo que medicarse fuertemente, a veces tomando calmantes porque le daban ataques de histeria. Nosotros no nos separamos de ella, pero ella sí que quería separarse de nosotros. Con la medicación y la ayuda de sus padres, Celia fue recuperando poco a poco su forma, pero la enfermedad le estaba dejando una huella en su cerebro que parecía no tener cura. Muchas veces se desmayaba, perdía el conocimiento de tanto esforzar su mente y, claro está, de su forma física, que aunque iba recuperándose todavía le quedaba mucho para tener un aspecto saludable.

No sólo la huella estaba en su mente, sino en todos los que la rodeábamos. Sus padres por supuesto, sufrieron mucho por ella. No sabían que hacer, el asunto se les escapaba de las manos y ni los psicólogos ni los endocrinos podían hacer más. Pero fueron fuertes, y con nuestra ayuda, la de sus amigos, pudieron salir adelante. Nosotros nos quedábamos con ella muchas tardes, aunque a veces ni lo sabía porque nos quedábamos en el salón y ella estaba encerrada en su cuarto.

Pasaron 4 meses y Celia presentaba un aspecto muy mejorado, sobre todo en su cara, la cual estaba demacrada hacía poco tiempo. Hoy, ella no recuerda algunas cosas de su anterior vida, porque todo hay que decirlo, Celia nació de nuevo. Pero nosotros no nos empeñamos en recordársela. Al contrario. Le explicábamos su estado de una manera más amena y menos trágica, porque a fin de cuentas, somos lo que queremos ser y creemos lo que queremos creer.


Y aquí termina mi relato de la anorexia (modificado), intentando hablar desde el punto de vista menos sentimental y centrándome más en la enfermedad que es. Sólo queda esperar a la próxima semana para ver si es lo que Miguel quería o no.

¡Hasta pronto!

Hay siempre un final feliz


Lea es una cantante portuguesa que ya sufrió de bulimia y anorexia en estado muy grave.
Cuando tenía unos 13 años ella fue a un casting para una banda muy conocida en Portugal que se llamaba "Non Stop". Pero cuando llegó ahí le dijeron que no podía quedar porque era un poco gorda pero que cantaba muy bien.
Lea quedó muy triste y lloró durante muchos días, deztrozada. Pensó que tenía que adelgazar pues no le gustaba su imagen.
Entonces comenzó a buscar dietas en la Internet pero nunca buscó a un médico. Hizo todo sin informar a su madre. Comenzó a faltar a las clases a causa del hecho de no conseguir adelgazar. Fue entonces que decidió empezar a comer y a devolver en seguida. Asi podia comer casi todo lo que le daba en la gana y continuar delgada.
Pero los problemas comenzaron a aparecer. Ella ya no conseguia cantar muy bien porque se quedaba ronca cuando esforzaba un poco más las acordes vocales. Otro tipo de problemas empezaron también a aparecer, como por ejemplo, quedar con los dedos hinchados a causa del jugo gástrico que quedaba en los dedos y sus dientes comenzaron a quedar amarillos también a causa del jugo gástrico.
Cuando ella tenia 24 años Lea pesaba 28 quilos lo que la condujo a un internamiento muy prolongado. Fue entonces que ella se dió cuenta de que lo que estaba haciendo estaba perjudicando no solo su vida sino también a su carrera como cantante.
Ahora ella tiene 32 años y ha superado completamente su problema. Hoy día es una mujer encantadora y una grande cantante en nuestro país.
Una chica normal¿O no?

Ana.¿Qué es esto?Un nombre típico de una chica normal y corriente,con cara típica.¿su personalidad?:nada especial.No se parecía a las protagonistas de las novelas de amor que la fascinaban tanto.No había nada notable en ella,era como todas las chicas de su edad:era amable y simpática,quería divertirse.
Era estudiante de la universidad,sus padres,jubilados de un banco,le pagaban las tasas así que no tenía problemas de este tipo.
Lo único que no era normal con Ana era su manía:siempre había pensado que no era bastante guapa.Toda la vida había tenido problemas con el peso.Cuando era pequeña era gordita:como muchos niños,pero tomaba las burlas de los otros demasiado en serio.
A la edad de 18nadie se reía ya.Ana la gorda no existía,todos veían sólo Ana la guapa.Y todo esto a coste de algo de poca importancia como la comida.¨Una una vez a día es bastante ¨decía ella,¨No mamá,estoy cansada de los examenes,eso es¨
y ¨No,sólo agua,por favor¨Ningún problema!No le molestaba el hambre constante,ni los consejos y reproches diarias de amigos y padres: ya era como las chicas de sus libros.
Un día Ana desvaneció y no pudo despertarse.Su delgadez costó doce minutos de duro trabajo de los médicos para salvarla,por doce minutos sus padres estaban en el infierno.Porque Ana escogió hacerse anoréxica.
Hay una moraleja que dice que eres lo que comes.¿Y si no comes nada?Entonces,¿eres nada?